miércoles, 21 de diciembre de 2011

Muere el gran poeta español Jacinto Herrero Esteban

''Herrero es recordado por su calidad poética que estuvo siempre plagada de símbolos y metáforas vinculados a la naturaleza.''
El poeta y ensayista español Jacinto Herrero, de cuya pluma emanaron obras como “El Toro de Granito”, “En Ávila sin ira”, “El monte de la loba” y “Solejar de las aves”, murió ayer día 20 de diciembre de 2011 en Ávila, España, según informaron hoy fuentes locales.

Los restos del escritor, quien cumpliría 81 años el próximo 8 de enero, serán recibidos esta tarde por familiares y amigos en la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora, ubicada en la pequeña población abulense de Langa.

Herrero es recordado por su calidad poética que estuvo siempre plagada de símbolos y metáforas vinculados a la naturaleza, particularmente a las aves, que identificó con la libertad herida y amenazada.

Lo anterior se observa en los poemarios “Tierra de los conejos” (1967), “La trampa del cazador” (1974), “Solejar de las aves” (1980) y “Noche y día” (1985), entre otros.

Fue responsable en la década de los 60 de la aparición de la colección “El Toro de Granito”, donde se publicaron y dieron a conocer autores como Ernesto Cardenal y Antonio Cuadra, así como las traducciones de los clásicos latinos.

En sus textos como en las múltiples colaboraciones realizadas para revistas, diarios, conferencias, ediciones colectivas y catálogos, recopilados parcialmente en “Escritos recobrados” (2008), mostró una predilección por la figura de escritores que no gozaron de una buena ventura.

Entre estos personajes se encuentran Miguel de Cervantes, Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Luis de Góngora, Francisco de Quevedo y Miguel de Unamuno.

A pesar de que el autor nunca buscó promover su obra, fue objeto de varios reconocimientos a lo largo de su carrera, el año pasado fue nominado para recibir el Premio de las Letras de Castilla y León.

En este sentido el escritor y ex alumno de Herrero, Fernando Romera, comentó que él “era, posiblemente, uno de los mejores poetas de su generación”, aunque no fue “lo suficientemente valorado” y consideró que su obra es una de las importantes de España.

Por ello abogó por reeditar los textos de Herrero y confió en que el reconocimiento que no pudo recibir el año pasado le llegue “en cualquier otro momento”.

El hijo adoptivo de la ciudad de Ávila, donde fue profesor, recibió los premios como el Antrophos (1992) y el Fray Luis de León (2005), además del Rocamador y el Jaime Ferrán.

En marzo de 1953 fue nombrado sacerdote, antes de marchar tres años más tarde al Seminario Interdiocesano de Managua (Nicaragua), de donde regresó en 1959 para tomar posesión como ecónomo de Monsalupe, en la provincia abulense.

El ayuntamiento de Ávila transmitió su pena por “tan dolorosa” pérdida a su familia, amigos y compañeros de letras y enseñanza, pidiendo de ellos un “emocionado recuerdo” para quien dejó como legado “no sólo la entrañable nostalgia de su persona sino la hermosura encendida de sus versos”.

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